Aster Heras

Diario de un sueño

Aquella mañana

Aquella mañana me desperté temprano y encontré enredado entre tu pelo las ganas que en algún momento de estos cuatro años me faltaron. Aquella mañana encontré estrellas que concenden deseos entre las luces de nuestro cuarto, que con su ventana rota aún grita todo lo que nos hemos dicho, sin decir nada. Sin hacer nada. Al moverme un poco, me encontré en la cama, envuelto entre las sábanas blancas las ganas que perdí ayer convertidas en mañanas. El tiempo que cura todo. Los pasos que crean camino. El final de una historia que no es nuestra y nos ha robado demasiado tiempo

Aquella mañana me encontré entre tus brazos folios inmaculados donde contarte de nuevo lo que quiero que seamos, lo que espero de nosotras y todo lo que recuerdo de nuestro viaje. Aquella mañana me quedé en tu pelo, me enganché a tu piel y de nuevo me olvidé del reloj, del pirata y del cocodrilo.

Aquella mañana dejó de darme miedo la existencia y me encontré con la esencia. Con lo importante. Aquella mañana me di cuenta de que no eras tu, si no yo, la responsable de mis sonrisas, pero que contigo sonreir me cuesta menos. Pero que contigo, vivir me cuesta menos. Pero que contigo compartirme es más fácil.

Aquella mañana abrí las ventanas y me dije a mi misma que podía. Y dejé la última pastilla, la que quedaba en la caja y desempolve el lapiz y afile mi pluma, y limpié mi teclado y saqué mis libretas -las únicas medicinas que me han funcionado siempre- para recordarme a mi misma quien soy.

Y cuando comprendí que no eras tu, sino yo quien debería amarse, me reconcilié con nuestro pasado y todo lo que había sido una piedra en el camino se convirtió en una historia impresionante que contar.

No hubiera podido hacerlo sin ti, y sin aquella mañana, donde redescubrí el mundo mientras tu dormías. Me hubiera faltado el combustible para encender la máquina que me hizo despegar y alzar el vuelo. Me hubieran faltado colores en el paisaje para ver más allá. Me hubieran faltado las comas, donde tomar aire en el texto y los puntos que dejan atrás los capítulos que nadie quiere escribir. Pero la grandeza de tu regalo y de esa mañana, fue lo que descubrí y es que amarte me enseñó a quererme y en esa libertad nos volveremos eternas. Seremos eternas.

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